La Cuenca del Valle de México es una de las principales del país ya que, además de albergar a la capital del mismo, ocupa menos del uno por ciento del territorio nacional y genera un 31.3 por ciento del PIB nacional; en ella habita un 20 por ciento de la población y se cuenta con una disponibilidad de agua sumamente baja. Debido a esta alta concentración demográfica y a otros factores, la presión sobre el recurso agua es elevado, lo cual obliga a importar agua de otros sitios fuera de la cuenca.

Siete de cada 10 litros de agua que se consumen en la cuenca, provienen del subsuelo; el resto de aguas superficiales y de otras cuencas que llegan al Valle de México a través del Sistema Cutzamala. El agua del acuífero es estratégica para la región; sin embargo, la cantidad y calidad representan hoy un riesgo para garantizar el abastecimiento y por supuesto pone en peligro el futuro de los que habitamos esta cuenca.

La importancia del agua subterránea se torna delicada, si consideramos que de los siete acuíferos que hay en el Valle de México, tres están sobreexplotados y en dos de ellos estamos extrayendo un 80 por ciento de su volumen sostenible.

En un balance de agua subterránea del Valle de México, se observa que la sobreexplotación del acuífero alcanza un valor de 25.2 metros cúbicos por segundo.

Retos del agua

El desafío que significa la gestión sostenible del acuífero del Valle de México se presenta en un entorno de cambio climático y de la necesidad de adaptación a un nuevo conjunto de valores ambientales promovidos por la comunidad internacional, que establecen nuevas tendencias en la convivencia de la civilización con los ecosistemas, los cuales constituyen una plataforma que permite compartir, con una visión global y renovada, los retos que plantea la estrategia general.
Entre sus grandes problemas el agua afronta los siguientes retos: