Crecimiento y desarrollo urbano insostenibles
Crecimiento y desarrollo urbano insostenibles
Actualmente, el 55 % de las personas en el mundo vive en ciudades. Según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas, se estima que esta proporción aumentará hasta un 13 % de cara a 2050, por lo que el desarrollo sostenible dependerá cada vez más de una gestión apropiada del crecimiento urbano, especialmente en los países de ingresos medios y bajos que son los que liderarán el proceso. La causa reside en que parte de la población mundial desplazará su lugar de residencia de las áreas rurales a las urbanas y, a esta predicción, se unen las perspectivas de crecimiento demográfico, según las cuales, cerca de 2, 500 millones de personas adicionales vivirán en las ciudades para ese año.
Actualmente, el 55 % de las personas en el mundo vive en ciudades. Según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas, se estima que esta proporción aumentará hasta un 13 % de cara a 2050, por lo que el desarrollo sostenible dependerá cada vez más de una gestión apropiada del crecimiento urbano, especialmente en los países de ingresos medios y bajos que son los que liderarán el proceso. La causa reside en que parte de la población mundial desplazará su lugar de residencia de las áreas rurales a las urbanas y, a esta predicción, se unen las perspectivas de crecimiento demográfico, según las cuales, cerca de 2, 500 millones de personas adicionales vivirán en las ciudades para ese año.
El Valle de México constituye una porción única del país y del planeta. Ninguna otra Región ha concentrado una población que rebasa ya los 22 millones de habitantes –superior a la población de la mayor parte de los países latinoamericanos– a más de 2, 240 metros de altitud. Una ciudad ubicada en una zona de alta sismicidad, en el lecho y las riberas de lo que fue un gran sistema lacustre. Y que se hunde en las zonas de origen lacustre a un ritmo creciente, por la subsidencia. Pero es necesario considerar que se trata de un proceso tendencial que muy probablemente va a continuar, como lo pronostica la ONU, atrayendo flujos migratorios del medio rural y zonas urbanas deprimidas
Y también es probable, con la inercia, que el crecimiento futuro se va a dar llenando los espacios rurales que han quedado vacíos en el patrón disperso observado en los últimos 20 años, lo cual significaría seguir desarrollando áreas urbanas en zonas agrícolas, en zonas de recarga del acuífero en los piamontes, hacia las cuales serían desplazados los nuevos inmigrantes, para continuar con el modelo de urbanización precaria y discriminación urbana que ha prevalecido durante tres décadas.
La pregunta es si hay otro modelo y cómo impulsarlo.
Desde el punto de vista del agua, todas las áreas que conforman el Valle tienen acceso a sus aguas subterráneas. Esa es la razón que ha permitido el desarrollo de esas islas urbanas inconexas. Incorporar una nueva fuente podría resolver la cuestión de la disponibilidad, pero hay factores en contra de esa posibilidad.
Por una parte, el Valle de México ofrece todavía márgenes de maniobra para incrementar su disponibilidad y estabilizar sus acuíferos, aplicando soluciones convencionales, como mejorar la eficiencia de aprovechamiento, y disminuir la dotación, y otras soluciones que se están volviendo usuales en muchos países del orbe como el reúso potable de sus aguas residuales. De no hacerlo, cualquier nueva fuente va a resultar insuficiente. Aunque es preciso señalar que para ello va a ser necesario conseguir, de preferencia en el muy corto plazo, un acuerdo entre todas las instancias responsables de la operación de los sistemas hidráulicos para trabajar con una misma estrategia.
Por otra parte, el Valle de México, con su energía sociopolítica, tecnológica y cultural, ha logrado conformar a su alrededor una megalópolis. El crecimiento poblacional de esta concentración entre 1990 y 2015 fue de 45 millones de habitantes, con municipios que crecieron hasta un 600 %, algunos en el Valle de México, como es el caso de Huehuetoca. La ZMVM aportó solamente el 23 % de ese crecimiento.
En todos los estados y cuencas colindantes se ha dado un desarrollo demográfico y socioeconómico que demanda el agua de su región. Querer aprovechar alguna de sus fuentes para el Valle de México va a generar una fuerte oposición que no podrá resolverse por decreto.
Para revertir la inercia, es indispensable instrumentar un ordenamiento territorial que impida continuar ese avance de la mancha urbana sobre las áreas vulnerables, con acciones que contrarresten los detonadores de esa dispersión. Y estímulos inteligentes para arraigar a la población de los bosques y comunidades rurales.
El agua y el ecosistema son temas especializados. Ni en la academia, ni en los congresos, ni en los medios se les concede un espacio que haga posible generar conciencia entre los ciudadanos o poner una piedra en el zapato de los tomadores de decisiones, y es, además, un tema escabroso. Hay un remordimiento social con relación al agua y su desperdicio, y un remordimiento político de no haber hecho lo suficiente o haber trabajado en contra del ecosistema, lo que ha dado por resultado zonas con servicios privilegiados y zonas con deficiencias, que son mayoría; además de permitir una expansión urbana que vulnera a la naturaleza.
Un hecho que es necesario considerar es que el factor agua, por sí solo, no va a caminar en la dirección necesaria. Pero son muchos los factores vinculantes con los cuales es posible establecer alianzas. Es indispensable realizar un análisis minucioso de estos otros factores y sectores con los cuales es necesario colaborar. Es uno de los principales retos.
¡Hace falta masa crítica!
¿Cuáles sectores? ¿Cuáles pueden beneficiarse de un ordenamiento y una restauración ambiental?
Los más interesados pueden ser quienes ya forman parte de los privilegiados por la metrópoli, si comprenden que ya no hay más recursos que compartir y que pueden mejorar considerablemente su bienestar, si se logra restaurar su entorno natural, e incluso plusvalía en su patrimonio. El simple hecho de eliminar la contaminación, desarrollar nuevas áreas verdes, instalaciones deportivas y plantar árboles en las calles, principalmente en los municipios del oriente, puede transformar el paisaje. De otro modo, su calidad de vida va a sufrir una depreciación si continúa la dispersión.
Un análisis acerca de este período de 1990 a la fecha muestra que la ZMVM se ha desindustrializado a cambio del fortalecimiento del sector servicios (financieros, inmobiliarios, turísticos, seguros, etc.); un fenómeno que también se observa en las grandes ciudades en los países de ingresos medios y bajos. Pero ese sector no genera empleo para los migrantes que llegan sin la preparación necesaria. Por eso se ha desarrollado un enorme sector informal en la economía de la metrópoli que es necesario integrar a oficios y otras actividades. Temas que en apariencia desbordan por completo el tema del agua y el ecosistema, pero que tienen implicaciones por la ocupación anárquica de zonas que deben ser preservadas por su función ambiental o su nivel de riesgo hídrico.
En todo caso conviene que el sector agua y saneamiento, así como la restauración y protección del ecosistema de la cuenca, con sus proyectos, puedan capacitar y absorber alguna parte de esa nueva fuerza de trabajo.
Es posible impulsar el desarrollo de industrias “verdes”, de alimentos, de paneles solares y sus componentes, de aerogeneradores, de sistemas de tratamiento de agua, parques temáticos, sitios de recreación y pesca deportiva en el valle y en las montañas, centros de capacitación de técnicos interesados en tareas de la gestión hídrica, nuevos proyectos ambientales, tecnología de producción rural, productos orgánicos, producción y cuidado de plantas ornamentales, plantaciones forestales y una amplia gama de negocios que han surgido en las economías desarrolladas para el cuidado de la naturaleza, la salud y la economía de sus habitantes.